miércoles, 14 de noviembre de 2012

El hoy.

Una canción, un olor, un lugar, un objeto, una costumbre...
Son cosas que nos hacen llevar al pasado, a los recuerdos. Pensamos y los recordamos con añoranza. Añoranza porque queremos que vuelvan, que todo sea como antes, que esa persona siga con nosotros, que aquel momento sea eterno. Sabemos que en aquel pasado nuestro eramos felices, en nuestro presente no estamos conformes y tememos al futuro.
Sin embargo, por muy bonito que sea todo aquello, no podemos aferrarnos a ello. No podemos vivir del pasado sin esperanza de un buen futuro y, sobre todo, sin disfrutar del presente. ¿Qué sería de nosotros entonces?
Los recuerdos son buenos si los aceptamos y seguimos adelante. 
Somos muy jóvenes, queda mucha vida por delante, muchísimos, incontables, momentos por vivir que ni tú ni yo ni nadie esperamos. Sorpresas, alegrías, decepciones, emociones, miedos, amores, errores, ilusiones, primeras experiencias, fiestas, viajes... Tantas y tantas cosas.
Cada uno es dueño de su vida y decide cómo vivirla. Pero, un consejo: vívela disfrutando.

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