viernes, 30 de marzo de 2012

Infancia.

Hace un par de días estuve hablando con mi amiga, una de las mejores por cierto, y teníamos delante nuestra a mi hermano pequeño que acaba de cumplir cuatro años, la cuestión es que lo envidio. Sí así es. Lo envidio porque no tiene preocupaciones de ninguna clase, es decir, su única preocupación es no salirse de la línea al colorear o conseguir la chuchería que desea. Envidio esa edad en la que no teníamos grandes preocupaciones pero en la que, sin embargo, deseábamos crecer, hacernos mayores, porque decíamos que el mundo de los adultos es mejor y puedes hacer más cosas. Ahora es cuando me doy cuenta de qué divertido era jugar durante horas con mis juguetes favoritos, ver los dibujos animados que tanto me gustaban, ir al parque donde me esperaba el columpio de siempre, desear impacientemente mi cumpleaños para poder pedir el deseo más inesperado del mundo y conseguir nuevos regalos, jugar al pilla pilla con mis compañeros, coleccionar pegatinas, en fin...ser un niño.
Recordando todo esto entra nostalgia pero si podemos recordarlo es que hemos tenido una buena infancia de la que debemos sentirnos orgullosos y alegrarnos. Esta etapa es una etapa más de la vida de la que tenemos que disfrutar.

domingo, 25 de marzo de 2012

El objetivo es aprender.

¿Sabéis? Esta mañana estuve pensando sobre por qué la gente se enamora de alguien que no les es correspondido. Y creo que encontré la respuesta. El destino, sí yo creo en el destino, hace que todas las cosas pasen por una razón. Y en esta ocasión quiere que vivamos una nueva experiencia de la que saquemos provecho. Vosotros diréis "¿Y de qué me sirve llorar por las noches hasta quedarme dormida, quererlo tanto hasta estallar, verlo con otra y sentir celos, y miles de etc. más?" De este modo sabrás lo que es enamorarte de verdad, y no esos tontos piques que te daban hasta ahora; sabrás valorar ese sentimiento y en la próxima actuarás mejor, detendrás a tiempo una relación que quizás no lleve a ninguna parte o, todo lo contrario, lo darás todo por la persona correspondida. Y en ese último caso te darás cuenta de que lo que sentiste anteriormente no es comparable a cuando ese amor es correspondido y dirás "Vaya tontería. Que tonta fui."
Nada pasa sin ninguna razón, está todo planeado y lo único que falta es que aprendamos de esos nuestros errores que nos hacen únicos.