jueves, 3 de noviembre de 2011

Y así es.

Hace poco leí algo que la verdad es que me gustó. Ahí va:
Aprendí que los peces nadan y las aves vuelan. Que los partidos políticos mienten; que la Tierra es redonda. Que la gente es falsa y todo el mundo tiene dos caras. Aprendí que la suma de dos y dos son cuatro. Que hay que dar más de lo que se recibe. Que la vida es un regalo. Me enseñaron que el futuro no está escrito, que el universo es infinito y que nosotros somos personitas diminutas, casi inexistentes. Aprendí que el tiempo pasa, que las arrugas salen, los pechos se caen y que la belleza no es lo más importante. Aprendí a no creer en las promesas, a no confiar en casi nadie y a contar con los dedos de una mano a quien de verdad siempre estuvo a mi lado.
Y además, tengo algo que añadirle. Me están enseñando, a pesar de todo, a valorarme. A no machacarme por alguien que no lo haría por mí. ¿Estúpida? No. Simplemente me cansé de hacerme daño por la misma persona y depender de su estado de ánimo conmigo. No es tan fácil. Pero supongo que por algo se empieza ¿no? Es cuestión de intentarlo.
Gracias por creer en mí cuando ni yo lo hago.