martes, 28 de febrero de 2012

Es algo especial.

Me pone de los nervios que no me hagas caso, que me ignores cuando te conviene y que me tortures sin hablarme cuando se te pasa por la cabeza. Es que me ponen de los nervios tantas cosas tuyas que tal vez lo mejor sea olvidarte, pero por más que lo intento no puedo. Me pone de los nervios que tenga que pensar en olvidarte pero es que no me queda otra opción. Que es que cuando te veo con otras se me trastoca la cabeza, se me nublan las ideas y se me agrietan las paredes del estómago. Me da vueltas la cabeza y siento que me mareo.
También hay otras cosas tuyas que me ponen de los nervios, pero esas si me gustan. Me pone de los nervios que te me acerque y me digas tonterías sin ningún fundamento al oído. Me pone de los nervios ese olor tuyo que te hace especial. Me pone de los nervios que me imites y te rías porque me enfado. Me pone de los nervios que me trates como a una niña pequeña que no sabe lo que tiene que hacer en momentos serios. Me pone de los nervios que te pongas pesado con un tema y me trastornes la cabeza, una y otra vez, con la misma frase durante todo el día. Me pone de los nervios que hagas tonterías y me empujes. Sí, todas estas cosas me ponen de los nervios, pero sin ellas no sabría vivir, no sabría vivir sin esa sensación de que estoy metido en una montaña rusa constantemente. No sabría vivir sin sentir que el corazón se me desboca y sin sentir que bombea la sangre a la velocidad de la luz.  

Existen muchas maneras de ponerme de los nervios, pero unas me hacen sentir bien y otras mal. No sé, tal vez sea cosa mía, y al resto del mundo los nervios siempre los saquen de sus casillas, pero, ¿qué queréis que os diga?, yo a cada segundo que estoy con él me pongo de los nervios, pero no sabría vivir sin esos nervios que suben y bajan por todo el cuerpo, que me trastornan. Esos nervios que me vuelven loca.

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